Descripción
La música que contiene este disco no ha sido premeditada. De hecho, se crea en un espacio sin tiempo.
Son tomas directas completas, con sus ruidos y fallos humanos. No queremos pulir, editar; preferimos dejar, arriesgar.
El templo, la luz, paredes, techos impregnados de Jesús Mateo me llevan a este viaje y los instrumentos con el alma del luthier Carlos Paniagua se embarcan en él.
Micrófonos, cables, equipo, todo preparado. Bergia con sus sabios consejos, apuesta por esta grabación, esto me transmite confianza.
Desenfundo el salterio de cuerdas metálicas, el instrumento con el que decido comenzar, lo tanteo y me sumerjo en un espacio confortable, sin prisa, sin tiempo.
Me dejo llevar.
Se ha abierto la puerta, el ambiente me dirige a una música de tonos eclesiásticos que poco a poco se transforma en otros géneros, cambio de camino; sigo con otros instrumentos: el salterio medieval de ala de mariposa, la rota de las Cantigas de Alfonso X el sabio, la cítara de la Colegiata de Toro… y me voy a Japón pasando por África con una parada en la luna y me interno en la profundidad de la tierra volando por el cielo.
Vislumbro el principio, el génesis de la creación con la creación. No me pertenezco, siento el latido de la magnitud de la que formo parte, sin decidir mi existencia, ni mis impulsos, ni las notas que suenan dentro y se manifiestan con el color del sonido que llena el espacio, un espacio que tampoco se pertenece, que es vehículo transmisor del enigma. Hay una simbiosis y la música se manifiesta.
Gracias Jesús Mateo por tu obra, genialidad y empeño en crear este potente y más que sugerente universo.
Gracias Carlos Paniagua por dar a luz a estos fascinantes instrumentos, compañeros de camino esté donde esté.
Gracias Thomas Canet por tu arte, generosidad y maravilloso trabajo.
Gracias Javier Bergia por emprender este proyecto y divisar hacia dónde teníamos que dirigir el barco.
Gracias Javier Pelayo, pues tu excelente iniciativa ha hecho que nos reunamos todos aquí.
Begoña Olavide
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